INSTRUMENTOS DE CUERDA
Los instrumentos de cuerda se pueden dividir en tres grupos, de acuerdo con la forma de producir la vibración:
1) Cuerdas frotadas: las cuerdas se ponen en vibración al ser frotadas con un arco, que es una varilla de madera flexible y ligeramente curva, con crines de un extremo a otro cuya tensión puede regularse. Las cuerdas están dispuestas sobre una caja de resonancia provista de orificios.
A continuación se enumeran los instrumentos musicales pertenecientes a este grupo, de acuerdo con el tamaño de la caja, de menor a mayor: violín, viola, contrabajo, violonchelo.
Todos estos instrumentos están dotados de una gran sensibilidad, pudiendo producir los más delicados matices de timbres y volumen.
Se puede citar el arpa, formada por una serie de cuerdas de distinta longitud, tensadas sobre un bastidor de forma triangular, cuyo lado inferior es la caja de resonancia. El clavicémbalo, que es un instrumento de tecla cuyas cuerdas se pulsan por púas mediante un mecanismo que se acciona por un teclado. La cítara y el clavecín, que tienen las cuerdas alojadas en caja de madera, y finalmente la guitarra y el laúd, que tienen las cuerdas tendidas sobre la caja de resonancia. Es decir los instrumentos que forman este segundo grupo son: el arpa, al clavicémbalo, la cítara, el clavecín, la guitarra acústica y el laúd.
3) Cuerdas percutidas, en este grupo se logra la vibración al golpearlas mediante pequeños martillos. Las cuerdas se encuentran encerradas en una caja de madera, que se comporta como una caja resonante.
A este grupo pertenecen el piano y el clavicordio, en los que la percusión se efectúa mediante las teclas, mientras que en el címbalo, perteneciente también a este grupo, la percusión es directa.
Los instrumentos musicales de este grupo son: el címbalo, el clavicordio, el piano de cola y de pared.
Puesto que las cuerdas pueden vibrar simultáneamente, de forma distinta, y según la forma de excitación, con los tres procedimientos de pulsación se obtiene una producción diferente de los armónicos que acompañan al fundamental, por lo que la pulsación influye sensiblemente sobre el timbre.
Otra división se podría realizar atendiendo a que los instrumentos tengan variable o fija la longitud de las cuerdas. El violín, viola, violonchelo, contrabajo, guitarra y laúd, tienen la longitud de las cuerdas variable siendo el ejecutante el que al mover los dedos, sobre las cuerdas, limita a voluntad la longitud de las mismas, obteniendo la nota deseada. El resto de los instrumentos musicales mencionados tienen la longitud fija, por lo que necesitan una cuerda por cada nota que se desea obtener. En todos los instrumentos mencionados anteriormente, se alcanza la tensión deseada, al girar las clavijas lo que se conoce como afinación.
En algunos instrumentos de cuerda, cuya longitud es fija mediante unos pedales se modifican las condiciones de vibración de las cuerdas, por lo que se enriquece el número de sonidos a emitir.
Las cuerdas frotadas
Se encuentran en este grupo el violín, viola, violonchelo, contrabajo y sus predecesores. Entre estos tenemos el rebad, rabel, quintón y otros muchos. Se necesitaron siglos para que el desarrollo de los instrumentos de cuerdas frotadas culminara en la obra de arte lograda por Stradivarius. Los siglos anteriores a dicho logro, fueron de experimentación, desarrollo y evolución. Una de las formas más primitivas de estos instrumentos es, sin duda, el rebad que en un principio se tocaba pinzando sus cuerdas y posteriormente con el arco. Este instrumento se toca en Irán desde hace unos veinticinco siglos. Otro instrumento de cuerda muy antiguo es el ravanastrón, de algunas partes de la India y Ceilán.
El violín alcanzó la forma en la que se le conoce en la actualidad, durante los siglos XVII y XVIII, no sufriendo ningún cambio importante posteriormente. En la figura siguiente se muestra una vista interior y exterior de un violín. El sonido se produce generalmente al frotar la cuerda con el arco, al mismo tiempo que con los dedos de la mano izquierda, se presiona a la cuerda, haciendo traste en el diapasón. Esta presión es función del coeficiente de frotamiento y de la velocidad relativa. Cuando el violinista mueve su mano izquierda, a lo largo del diapasón, acorta o alarga el segmento que vibra de la cuerda.
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